domingo, 2 de mayo de 2010

Un caso para el padre Brown

"Penny Williams estaba tan tranquila a eso de las seis de la tarde, sentada en la parte de atrás de su casa de Elizabethton, Tennessee (EE.UU.) cuando oyó que la puerta delantera se abría y alguien entraba en casa. Extrañada, fue a mirar quién había llegado.
Su sorpresa fue mayúscula cuando vio a un tipo desconocido, un intruso, que estaba leyendo la Biblia de Williams mientras sostenía una maceta.
Desconcertada y a la vez aterrada (no se le escapaba que el tipo era un loco) procedió a echar al tipo de su casa. No lo consiguió, pero volvió a la parte trasera de su casa, desde donde podía llamar a la policía y ver qué estaba haciendo el intruso.
El loco estuvo “trasteando” un poco por la casa y, finalmente, salió. Según cuenta Williams, el “buen” señor comenzó a sacar las plantas del jardín de sus macetas e intentó plantarlas en el suelo.
Cuando llegó la policía se encontró a Michael Gordon Vest, que así se llamaba el loco, continuando con sus labores botánicas. Los policías amablemente le pidieron que les acompañara, a lo que no se negó. Cuando la sueña de la casa salió de casa para ver cómo se llevaban al intruso observó algo extraño en este: llevaba unas gafas y unas botas que pertenecían a Penny.
Penny, por fin podía respirar tranquila mientras veía alejarse el coche patrulla… pero, de vuelta a casa, observó aterrorizada una cosa: Michael había dejado unas afiladas tijeras junto a la puerta. Y no solamente eso: la Biblia tenía, de manera blasfema, la portada arrancada (...)"
Ver en No puedo creer.

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